28 de agosto de 2010

El Mesero del Amor

Todo sucedió en el Salón de fiestas "Yacaré" ubicado en Av. Revolución justo frente al Bulldog. Tenía 12 años y era la primera vez que me ponía medias Dorian Gray. Hubiera sido un lindo detalle que fueran color ala de mosca pero tenían que ser azules para que hicieran un bonito coordinado con el vestido azul marino con blanco que llevaba esa noche. Esa noche el único grupo de 6° del Great Union Institute celebraba su graduación de primaria.
Su nombre era uno de aquellos nombres por los cuales se conoce al Hijo de Dios, uno de esos nombres que mi Papá siempre me dijo que estaba mal llamar así a los niños pues "son nombres santos", pasé el último año de primaria en un completo estado de enamoramiento pueril por Él y cada detalle bobo tenía un significado importante " Me prestó su goma", " me dió un balonazo en el recreo", " Fuímos en bola a Pericoapa y seguro me invito porque no sólo le caigo bien, seguro siente lo mismo que yo", " me escribió pendejadas en mi libreta de reportes y tareas". Boberias.
Un día antes de tan elegante evento en el que las criaturas se arrastraban por el piso como animales, alguna niña vestida como señora por su madre portaba una estola de tipo zorrillo blanco y los padres bailaban vals con sus hijas, fuí al Sanborn's a comprar una tarjeta para la ocasión, la ocasión en la que finalmente aquel parvúlo sabría mis intenciones de besarle, una dulce nota en la que dibujé cosas como:



La metí en su sobre blanco como la inocencia de mi corazón en esos tiempos y la guardé en la bolsa dea mi madre. Las niñas bailaba Saturday Night de Wingfield y los niños jugaban con los forros de las sillas. Tenía la seguridad de que antes de que terminará la noche, le daría dicho sobre en su mano. Evidentemente, no lo logré pero uno siempre encuentra la manera : El mesero. Ese señor calvo de bigote espeso que me destapó las cocas toda la noche sería mi cómplice. Todos se empezaban a ir así que le dí el sobre al mesero y con un timido dedo apunté el destinatario.
Me fuí del Salón de Fiestas " Yacaré" y no volví a ver más al puberto objeto de mi deseo. No hasta unas semanas que lo ví en el Súper y parecía la mejor representación de arrobaperdedor que va al Don Quintin de Acoxpa. Nunca supe que opinión le merecían mis piensos escritos en esa tarjeta de Burundis.

13 años más tarde, no funciono de forma tan diferente.

"Más sin embargo",

Esta vez, no hay mesero del amor.